Laura Molet y Susana Almenara. Psicólogas del Departamento de Relaciones Familiares
El trastorno alimentario tiene mucha mas profundidad y complejidad que el síntoma que alerta para pedir ayuda. El síntoma del trastorno alimentario nos informa de una detención en el desarrollo emocional de la persona. De una dificultad para poder sostener las emociones y de una desregulación emocional.
Nos informa de un sentimiento infravalorado de uno mismo, del miedo a no ser aceptado y del miedo a no sentirse querido, de la creencia de no sentirse valioso ni interesante para los demás y de no estar a la altura de las expectativas de los demás.
Estos aspectos llevan a creer a la persona que será amada y aceptada siempre y cuando cumpla con un ideal, tomando éste diferentes formas como la perfección ,la delgadez, la sobreadaptación a los demás etc…
El trastorno alimentario es un trastorno de base relacional que tiene mucho que ver con el amor, con la aceptación y el reconocimiento.
Frecuentemente padres e hijos quedan atrapados en dinámicas relacionales donde no hay entendimiento mutuo, los padres suelen repetir frases como «no reconozco a mi hija», sentimos que nos manipula», » nos miente» , «estamos en un callejón sin salida»…
Es por esto que el principal foco de intervención del departamento de relaciones familiares es la interacción entre las figuras parentales (madre / padre /tutores) y los/las hijos/as y nuestro objetivo es transformar el afecto. Allí donde habitan sentimientos de culpa y de vergüenza ante la vivencia de insuficiencia y de fracaso, los transformaremos en sentimientos o afectos más reparadores y mas considerados para uno mismo.
Iremos transformando momentos de tensión en momentos de relajaciónón con una actitud parental mas relacional y menos normativa educativa. Es decir, transformaremos las dinámicas patológicas que devaluan la autoestima tanto de los padres como de los hijos que vayamos identificando en vínculos de confianza- vínculos seguros.
La función relacional es más protectora porque tiene en cuenta las dos subjetividades y permite que las hijas e hijos puedan diferenciarse de sus referentes paternos/maternos.
Cuando los padres se comunican con sus hijos con el tono implícito de recomendarles o aconsejarles, sin tener en cuenta ni poder escuchar que es lo que ellas necesitan en realidad, las dinámicas se enquistan.
Pongamos un ejemplo para entender mejor estas dinámicas: Jan llega a casa de su entrenamiento semanal de baloncesto enfadado y disgustado diciéndole a su padre que esa tarde ha ido muy mal porque no ha hecho ningún punto en su partido de baloncesto. El padre lo escucha con atención y le aconseja que lo que tiene que hacer es subir los brazos y correr más. El hijo se lo mira y enfadado le responde «no entiendes nada papá» y se va dando un portazo..
En este ejemplo el padre se relaciona con su hijo aconsejándole lo que tiene que hacer, no da el espacio para que su hijo pueda expresar como ha vivido el hecho de no haber acertado ninguna canasta, si se ha sentido frustrado, si se ha enfadado con algún compañero o quizás estaba allí la chica que le gusta y quería agradarle… Cuando nos relacionamos desde el consejo nos perdemos la riqueza de la historia, los intríngulis, el significado, cuando nos interesamos por lo que ha ocurrido y por como se siente nuestro hijo lo entenderemos y él sentirá que sentimos lo que él siente. Entenderemos perfectament, por ejemplo, que nuestro hijo llegue a casa sintiéndose mal si cree que no gusta a la chica de sus sueños. ¿Esto que tiene que ver con correr más o acertar canastas? Nada, por eso el hijo no se siente entendido y el padre se queda frustrado/ sorprendido porqué no entiende la reacción, «desmesurada» del hijo. El padre responde minimizando el impacto emocional porque cree, con toda la buena intención, que dando consejos ayuda a su hijo. Pero los hijos no buscan consejo, necesitan conexión emocional para poder regular sus emociones. Esto es algo que aprenden y descubren los padres y madres en las sesiones del Departamento de Relaciones Familiares.
El Departamento de Relaciones Familiares es aquel lugar donde las madres y padres pueden expresar todo lo que sienten, ( su dolor, su rencor, su rabia, su impotencia, su sufrimiento, su sentimiento de culpa, su miedo, etc.). Es el lugar donde recogemos este sentir parental, lo sostenemos, lo registramos y ayudamos a transformarlo. Acompañamos a los padres en el camino de comprender emocionalmente a sus hijos potenciando así la función relacional.
La función relacional tiene un gran objetivo: crear una mente protectora capaz de poder experimentar diferentes estados mentales como la rabia, el enfado, la ira etc… sin sentirse culpables y regulándolos. Buscamos momentos de conexión allí donde había desconexión o desacompasamiento emocional.
La razón por la que damos tanta importancia a las relaciones es porqué las personas regulamos las emociones a través de ellas y así vamos formando esta mente protectora que es la plataforma que sostendrá nuestras emociones.
Las relaciones significativas sobreviven si pueden sobreponerse después de las sucesivas tensiones relacionales. Cada vez que los padres se esfuerzan en reparar el vínculo con los hijos después de momentos de tensión, y pueden hacer un registro de esta experiencia, están creando una base segura y un vínculo más sano y protector.
Cuando un afecto está atascado no puede expresarse en la relación con los padres, por ejemplo cuando sienten que no pueden enfadarse con ellos ya que en lugar de haber un sentimiento de reparación después de la experiencia de enfado, suele haber un sentimiento de culpabilidad o en cualquier caso poca sintonía con lo expresado y sentido.
Cuando una persona no puede regular sus emociones a través de la relación lo hace a través del cuerpo. Por eso las personas con Trastorno alimentario en lugar de usar su voz verbal utilizan las voz del cuerpo.