Montse Pascual y Marta Miguel, psicólogas especialistas en TCA.

La respuesta es no. Por cada 9 mujeres con trastorno alimentario hay 1 hombre que también lo sufre, por lo tanto estamos hablando de un 10% de prevalencia. En el momento actual, todavía hay un infradiagnóstico en la población masculina por la falsa creencia de que es una patología femenina. De hecho, hasta hace cuatro años, uno de los criterios para diagnosticar la anorexia nerviosa era la pérdida de la menstruación, como mínimo durante tres meses, dando claramente por hecho que era una enfermedad propia del género femenino. En el último manual diagnóstico de trastornos mentales (DSM-V, 2014), ya desapareció este criterio.

Debido a los estereotipos fijados en cuanto a género en relación al trastorno alimentario, muchos hombres no piden ayuda o restan importancia. Se les hace más difícil aceptar y reconocer el problema a compañeros y familia. Pueden, incluso, sentir vergüenza y miedo ante el posible estigma social. Es importante saber que, al contrario de lo que es común, los hombres no sólo sufren de vigorexia, sino que también presentan trastorno por atracón, bulimia y anorexia, sufriendo la sensación de pérdida de control y la insatisfacción corporal. Contrariamente a lo que mucha gente piensa, los hombres también pueden sentir malestar con su físico.

Más allá del trastorno y del género, debemos tener presentes las principales características para detectar un trastorno alimentario, todas ellas condicionan la vida de la persona, implicando una pérdida de libertad y calidad de vida.

– Elevada obsesión.
– Perfeccionismo.
– Distorsión de la imagen corporal y objetivos insaciables.
– Aislamiento social.
– Autoestima basada casi únicamente en la imagen corporal.
– Restricción alimentaria o “comida selectivo”.
– Angustia ante ciertos alimentos.
– Conductas compensatorias o de control.

Es importante saber discernir entre llevar una vida saludable, y lo que se convierte en una obsesión que controla completamente el día a día. A veces, la línea entre estas dos, no es tan fina y se puede traspasar fácilmente, según las diferencias individuales y los factores de riesgo.

Ante la creciente prevalencia de los trastornos alimentarios en hombres, tenemos que romper el estereotipo, tratar de concienciarnos que toda persona está sujeta a sufrir y tener en cuenta que este problema puede presentarse en diferentes formas y matices.