1 de cada 5 adolescentes está en riesgo de desarrollar un Trastorno de la Conducta Alimentaria.
La prevalencia de la población universitaria con riesgo de desarrollar un TCA es de 14,9% en hombres y un 20,8% en mujeres. El TCA supone una interrupción clave en el desarrollo vital y madurativo de los adolescentes y jóvenes. Este hecho puede provocar una importante desorientación social, ocupacional y de proyección de futuro, aspectos que van mucho más allá de problemas físicos y son, muchas veces, más difíciles de resolver.
¿Sabes cómo afectan los Trastornos de la Conducta Alimentaria en el ámbito familiar y escolar?
Puedes verlo en: Canal Youtube FITA Fundación
A lo largo de la adolescencia es cuando existe mayor riesgo de desarrollar un TCA, debido a que se trata de una etapa en la que la personalidad del individuo está en pleno proceso de construcción y definición y por lo tanto, en situación de mayor vulnerabilidad. Una elevada exigencia personal, baja autoestima, la percepción negativa de la propia imagen personal son factores que pueden predisponer a desarrollar la enfermedad en estas edades.
La combinación de estos factores con un contexto familiar en exceso sobreprotector o desestructurado con situaciones de mayor estrés y presión social (como la selectividad) podemos facilitar el desarrollo de un TCA.
Potenciar la comunicación en el contexto familiar en edades tempranas y no esperar a la adolescencia, ponernos en la piel del adolescente y empatizar con el momento que están viviendo, compartir comidas en familia al menos una vez al día, desconectarnos de las redes sociales, móviles, tabletas y TV durante las comidas ayuda a compartir el día a día y las preocupaciones.
Por este motivo el primero de los spots se desarrolla en el contexto familiar y hace referencia a la importancia que madres y padres se comuniquen con los hijos facilitando espacios de diálogo potenciando la escucha activa.